Pedro Casaldáliga, Esclavitud y Entetanimiento
El trabajo esclavo es práctica habitual en muchos puntos de la cuenca amazónica. Los terratenientes captan peones en barrios marginales de ciudades distantes. Bajo promesas de buenos salarios y mejores condiciones de vida, los embarcan en camiones y transportan hasta haciendas situadas en el interior de la selva, de muy difícil acceso y alejadas de cualquier núcleo habitado. Una vez allí, los peones convenzan una vida infrahumana, trabajando como animales obligados por pistoleros al servicio del capataz. Desde el primer día acumulan deudas con el patrón, único abastecedor posible, que fija unos precios absurdos por atender sus necesidades básicas (alojamiento, manutención ... ), y les cobra descontando de la paga mensual. Al llegar a fin de mes descubren que no sólo no van a cobrar salario alguno sino que además todavía adeudan parte del salario del siguiente mes. Así sus deudas les encadenan al trabajo, que ya no pueden abandonar. Los pistoleros que vigilan la hacienda reprimen con torturas y asesinatos cualquier intento de fuga o protesta. Aquellos que intentan dejar el trabajo y escapar son cazados como conejos. Sus cuerpos son abandonados en la selva o enterrados en la misma hacienda, como escarmiento para los demás. Al terminar el servicio exigido por el patrón, en el mejor de los casos son devueltos a la ciudad más próxima, a miles de kilómetros de su antiguo hogar, sin un real en el bolsillo y bajo amenaza de muerte en caso de irse de la lengua. En otras ocasiones una ejecución masiva de toda la plantilla elimina el riesgo de denuncia.
Esto ocurrió ayer, ocurre hoy y, si continuamos prestando oídos al entetanimiento, seguirá ocurriendo mañana.
1 Comentarios:
Muy interesante el Blog.
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